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ELENA Y LA PRIMAVERA

By Juan.

 

[by Gisu]ra septiembre, una noche de primavera, una noche de flores y besos, una tarde de parejas y música. La noche era cálida y  además de  los problemas cotidianos de la vida nada parecía poder tocarme, y en esa noche especial y mágica para muchos por ser 21 de septiembre el mundo parecía resurgir de las cenizas, muchos jóvenes se divertían, los restaurantes estaban llenos de gente sonriente, los problemas parecían haber sido olvidados por todos, porque es verdad que muchas veces cuando uno encuentra el bienestar propio se olvida de todo el resto el mundo. Así estaba yo esa noche, caminaba sin más preocupaciones que: que comería mañana. Ella en cambio en muchos aspectos parecida a mi y en otros distinta, parecía nunca olvidar. No voy a culpar a nadie de pensar en si mismo por un tiempo y olvidarse  de lo que lo rodea, pero esa noche recibí un golpe, ni duro, ni fuerte simplemente un golpe.

-Ahí está- me dijo cuando vio lo que a mis ojos eran simplemente una mancha negra e informe en la oscuridad. Su magia la hizo salir corriendo y se adelanto unos pasos a mi y su amiga.

-Ella es Elena- me dijo una vez que la tuve enfrente. Tenía nombre de reina pero su condición difería mucho de una aunque no su porte, sus facciones, su actitud y mucho menos su corazón.

-Hola- le dije y le di un beso en la mejilla.

Era una anciana a la cual prefiero no atribuirle edad alguna, estaba sentada en la vidriera de una gran tienda, creo que era un banco, pero aunque no lo fuera era una ironía pues ahí adentro se trabajaría con sumas millonarias y ella no podía siquiera soñar con tener un ínfima parte de ese dinero. Y ahí estaba sentada contra la luz de dentro, tenía un pañuelo atado en la cabeza que dejaban sobresalir unos pelos blancos, sus ojos eran enormes y quizás los más impactantes y expresivos que vi en mi vida, su piel estaba arrugada por los años. Como dije anteriormente no hacia frío pero esta anciana sufría el frío de la sociedad o suciedad (como diría mi compañera), sufría la indiferencia. La anciana tenía frío y nos pidió un café, que sólo podría aplacarlo por el momento.

No estuvimos mucho tiempo con ella pero si el suficiente, para que me golpeara. Nos contó una historia, ella cuidaba a un enfermo que hace poco había muerto tomándole la mano y aunque sólo compartieron seis días pude ver en esa mujer, la congoja por el difunto, nos contó como ella había presentido la pérdida y no se quería ir, nos contó que necesitaba una mayor atención pero la ¨suciedad¨ no se la brindó.

No tiene sentido contar la historia del enfermo pero si tiene sentido decir que esa mujer me transmitió paz a través de su mirada, me dio tranquilidad y me hizo pensar mucho en que a veces somos demasiados injustos. Esa tarde de primavera me divertí mucho y realmente la pasé muy bien pero en la noche en cinco minutos con Elena rescaté demasiado, aprendí mucho. Aprendí que para mucha gente el 21 de Septiembre o el 24/25 de Diciembre son sólo eso fechas perdidas en una vida monótona, una vida de limosna, de sacrificio, de no tener a nadie, de no saber si mañana vas a estar, en una vida demasiado benévola con algunos y muy dura con otros. d

FiN

 


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