¡¡Arriba las manos!! ¡¡Arriba las manos!! ¡¡Arriba las manos!! ¡¡Arriba las manos!! ¡¡Arriba las manos!! ¡¡Arriba las manos!! ¡¡Arriba las manos!! ¡¡Arriba las manos!!

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Invisible

by *

Esa mañana se despertó con la sensación de ese quien no era, o tal vez de ese que siempre fue. Caminando por las mismas calles, sumergido en el mismo mar de gente, saludando siempre al vacío, buscando aquello que sabía que conseguiría sin saber cómo.

Esa mañana se despertó sabiendo que ya no era el mismo, que algo muy dentro de él había cambiado para siempre, dejando el idealismo propio de aquellos ilusos, tal vez infantiles, para convertirse en la mirada de la realidad, para darse cuenta de todo aquello a que siempre cerró los ojos.

Esa mañana quiso ser invisible. Desvanecerse entre las masas, ascender al cielo y remaner entre las nubes, en la brisa del alba, al resguardo del calor de los mediodías.

Se levantó de su monotonía y miró a su alrededor, a su familia, a sus amigos y al reflejo vano del espejo... y lloró. Lloró como nunca antes lo había hecho, con esa angustia oprimida en el corazón al encontrar caminos inciertos en su propia mente y vestigios de alegría en su mirada vacía. Lloró para librarse de aquellas cargas inexistentes que llevaba desde siempre. Se encontró culpable, triste, apabullado, encerrado en un mundo al que nunca perteneció.

Miró nuevamente a su alrededor, y volvió a pensar en aquel que había sido, tan diferente a él. Miróse en el espejo y el dolor en su rostro lo hizo irreconocible. Mil cosas rondaban por su mente, el pasado lleno de respuestas pendientes, dolor ahogado en el recuerdo que afloraba nuevamente para recordarle que nunca se había ido.

Esa mañana quiso ser invisible. Vagar por el mundo que conoció, volar por sobre la rutina que oprimía su cabeza, conocer verdaderamente a quienes siempre pensó conocer.

Esa mañana quiso soñar, quiso olvidar, quiso volver a intentar. Pero no pudo. El brillo en los ojos volvería, y su sonrisa sería aún más calurosa, pero no ahora.

Se levantó y miró hacia la ventana, miró a esa gente que se sentiría tan triste como él, tan presurosos a sus destinos predestinados, manchados por los grises lamentos de ser quienes eran. Personas enmascaradas de felicidad o tristeza, de amor y de odio, de cariño y soledad-

Salió de su escondite a afrontar aquel mundo tan conocido por quien él había sido. Recorrió automáticamente cada calle sin siquiera levantar la mirada de las baldosas desprolijas. Ahí pensaría que siempre quiso ser invisible.

Llegó al destino predestinado y rutinario de los tantos otros, saludó nuevamente al vacío y pereció ante su mirada. Actuó como la máquina en quien él había sido y volvió sumiso a su otro destino predestinado a lamentarse por lo que vendrá al día siguiente.

La siguiente mañana quiso ser invisible. Había soñado con serlo tantas veces! Ascender al cielo y en las alturas convivir con las nubes, y sentir la frescura de la brisa y, y, y...

Miró a su alrededor y lloró nuevamente, con un llanto silencioso oculto en una mirada apagada y resignada al mundo que quien él había sido conocía.

Y esa mañana, como tantas otras, se sumergió en las masas y fue un caminar presuroso, como todos los demás, mientras sus ojos veían sin mirar las desprolijas baldosas de las veredas... y se sumergió entre andares predestinados y fue invisible. Perdió sus pasos por los largos caminos de quien él había sido. Y fue invisible para los demás, como tantas otras veces, y fue, por primera vez, invisible para él el mundo que el había conocido y aquel que siempre había sido, y en su andar fue desvaneciéndose paso a paso, hasta desaparecer por completo en el mar de gente, en la brisa de la mañana. d

 

FiN

 

* Nota Zebaz: me pasaron este cuento por chat, pero no tenía nombre y nunca volví a ver a la chica. si alguna vez entrás acá. por favor escribime así le pongo tu nombre.


¡¡Arriba las manos!! ¡¡Arriba las manos!! ¡¡Arriba las manos!! ¡¡Arriba las manos!! ¡¡Arriba las manos!! ¡¡Arriba las manos!! ¡¡Arriba las manos!! ¡¡Arriba las manos!!

 

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